4 jul 2009

El embudo.

Los premios anuales, que caprichosamente otorga Wine Advocate a las etiquetas que concursan, han estado muy repartidos entre los vinos riojanos. O al menos es lo que observa mi amigo Alberto en este artículo.
Aunque es cierto que habría que manejar estadísticas para poder distinguir entre un posible aumento de candidaturas o una sospechosa tendencia a producir vinos al gusto de la publicación, que ya figura en un montón de vitrinas de muchas bodegas y en sus portafolios.

Vistos los puntos, parece que la revista y yo no tenemos los mismos gustos.
Esto, si tenemos en cuenta que el número más alto correspondería al mayor grado de satisfacción que debieron expresar las personas que hicieron la cata. Y ¡Ojo aquí!: Que la valoración también podría haber sido realizada por una plantilla o una máquina. Yo ahí no me meto.
También podría ser que las bodegas presenten a las tablas sólo los vinos que creen más susceptibles de ser puntuados, según los históricos y reputados parámetros de Wine Advocate. (Un tocho que comenzó a publicarse por los años ochenta, cuando los que entonces nos dedicabamos a esto del vino, según las estadísticas, leíamos menos pero bebíamos más.)
Y digo esto, porque veo algunas bodegas en la lista que elaboran otros vinos mucho más placenteros para mis sentidos que los más puntuados en ese tablón.
¡Ya, ya! No es lo mismo que WA ponga 100 que lo que diga un alegre repartidor. Sí, pero el premio es el mismo: Nada.
¿O es que el vino lo cobra y lo vende la revista? ¿O se lo bebe?.

Parece claro que la publicación pretenda guiar al consumidor hacia un determinado perfil de vino, como si cosiderara que en todos los sitios gusta lo mismo y se puede elaborar el mismo producto. Y lo consigue con más o menos éxito entre un público restringido por una serie de factores. Entre ellos el del precio que surge del aumento de la demanda provocada por la puntuación. Un objeto empresarial respetable y rentable.
Esto me lleva a la conclusión de que el listado sirve para orientar a un tipo de bebedor con poder adquisitivo alto o muy alto que busca en el vino un signo de estatus social exclusivamente y poco informado sobre la diversidad de excelencias que puede proporcionar la naturaleza en el suelo de este planeta, con la interacción del hombre, su cultura y la vid.
Y, a propósito, otras dos preguntas: ¿No mandan muestras las bodegas del Marco? ¿Tampoco concursan los G.R. riojanos?

Lo cierto es que la publicación promueve un mercado abundante, susceptible de salvar alguna cuenta de resultados en algunos ejercicios, pero se me antoja un atropello, también económico, condicionar el viñedo, la bodega y la cultura al capricho de una empresa de comunicación que, como todo en esta vida, tiene los días contados.

4 comentarios:

Gabriel Haro dijo...

Amigo Somalo, no se premios y mas premios, se extrañan que tal vino, no salga esta vez en la lista "Masters del universo", pero la venta de reserva y gran reserva de Rioja ha bajado no se cuantos millones de litros, no recuerdo la cantidad pero una burrada. ¡En fin no se donde vamos a llegar!

www.ino dijo...

Hace tiempo que no miro las tablas de comercialización, pero es obvio que si ahora hay menos vinos que no llegan a la categoría de reserva y gran reserva, las ventas caigan en picado al no existir apenas oferta.
Saludos

IGLegorburu dijo...

No sé, ¿necesita la mujer de Figo un premio de Miss Mundo para reafirmar que está como un camión? No lo creo.

Pues eso... :-)

Un abrazo (extensible a la susodicha)

Universal de Vinos dijo...

El ojo infalible de Bernardo Sánchez:
http://www.larioja.com/prensa/20090712/opinion/cata-americana-20090712.html