HTML clipboarMi padre conducía vehículos a motor desde los años 30, aunque confesaba su asombro cuando vio sobrevolar los primeros aeroplanos por encima de su boina. Creció mientras el cine mudo se sonorizaba. Así que cuando vio las primeras imágenes del hombre pisando la luna en la caja también parlante, ya estaba habituado a los sorprendentes desafíos de la ciencia. Nació un día de 1911, aunque el champagne no era uno de sus vinos favoritos. El Tres Picos del 2002 que guardaba en su bodega, para cualquier día normal, lo tuve que compartir con otros, en los albores del 2005 y él, de cuerpo presente.
Cuando desparecen los seres queridos, uno compensa la ausencia con recuerdos, consolando y autoconsolando para rellenar ese vacío, pero no percibimos verdaderamente la pérdida hasta que en el diálogo interno no surge el manido "..si mi padre levantara la cabeza..."
Si el hombre hubiera vivido un par de años más, le hubiera explicado que ahora ya no hace falta calor para cultivar fresas. Que se pueden obtener a bajas temperaturas porque llevan insertados genes que sintetizan proteínas con propiedades anticongelantes, obtenidas de pescado del mar Ártico. Y lo hubiera asimilado con naturalidad, como todo o otro. Lo que sí me hubiese gustado es ver su rostro al ver mis macetas de fresas. No sé si a él tanto como a mí, porque no creo que la sensación de percibir realmente las cosas: Viéndolas, oliéndolas, comiéndolas, oyéndolas y tocándolas, en definitiva sintiéndolas, resulte igual que escuchar o leer sus referencias, por muy descriptivas y fundamentadas que resulten. A mí, francamente, ver esas fresas me impresionó mucho, aunque no tanto como comerlas que uno ya está acostumbrado a los fresones insípidos
del plástico.
¡Ay cómo sabían y olían aquellas fresas de la huerta de mi padre! No creo que fuese sólo porque era él quien las seleccionaba y plantaba en su huerta estercolada a límite de cultivo, cerca de dónde el ciclo de la tempranillo no siempre llega a la maduración completa. Más bien pienso que por toda la conjunción de factores. Pienso que la desaparición de las perfumdas y sabrosas estaría relacionada con la poca rentabilidad frente a clones y variedades más productivas, plantadas en fértiles tierras cálidas. Además que de haber permanecido el cultivo, la planta de las fresas de mi padre hoy constituiría un referente prestigioso y exportable frente a la de los fresones inodoros e insípidos que buscan el estilo de apariencia internacional. Sí, ese en el que prima sobre todo el aspecto visual. ¡Qué pena no poder preguntarle por aquella variedad!
Supongo que la fresa como la vid tienen como antepasado remoto una planta silvestre a partir de la cual han evolucionado en miles de variedades que hasta hace bien poco compartían el mismo patrimonio genético. Los agricultores elegían las cepas específicas en función de criterios relacionados con las condiciones de cultivo y los cánones de calidad del fruto. Así unas variedades han resultado más perdurables y exitosas que otras y se ha producido una selección espontánea. Quizás esto haya sido lo que ha llevado a favorecer la proliferación de unas variedades sobre otras, llegando incluso a invadir zonas en perjuicio de las originales autóctonas hasta su desaparición.
Variedades de vid como por ejemplo: Chardonnay, cabernet sauvignon, pinot noir, verdejo, tempranillo han obtenido inmejorables resultados para la elaboración de vinos en zonas y con técnicas de elaboración muy concretas. Tanto es así que muchas veces resulta inevitable pensar en una variedad sin encontrar cierto vínculo con la zona de producción en donde se ha contribuido a obtener el mejor resultado cualitativo. Pinot noir- Bourgogne, Rioja-tempranillo, cabernet-Bordeaux o verdejo-Rueda parecen asociaciones inevitables. No digo ya zonas como Rías Baixas en las que es popularmente reconocido el error de identificación con la variedad albariño.
El éxito de los vinos elaborados con determinadas variedades, lleva a intentar reproducirlos, a menudo sin considerar otros factores, en zonas con pretensiones de obtener rentabilidad inmediata en perjuicio de los personales y originales.
No sé yo si las cepas de sauvignon blanc, verdejo y chardonnay alcanzarán el máximo exponente en los microclimas, los suelos y aplicando la tradición elaboradora de Rioja. Con un poco de suerte, pienso que se tomaran referentes para el cultivo y la elaboración de las zonas en las que se cultiva y elaboran con máximo éxito cada variedad, no sea que resulte una mera imitación de cultivos y elaboraciones alóctonas de variable y dudosa categoría. A no ser que se pretenda convertir los blancos riojanos en vinos del país.
¡Vamos! Que puestos a "transgenizar", mejor la planta de las fresas de mi padre que los gorditos fresones de invernadero. Ya veo los autobuses de agricultores y bodegueros peregrinando por La France, en busca de la esencia de la sauvignon blanc y la chardonnay. Mon dieu!
De las recientemente recuperadas¡¿?!Pues muy originales.