2 dic 2011

El Astro de hoy.

Como los tiempos hoy fuerzan a convertirnos en hombre orquesta- más que para sobrevivir, pienso que para tener la mente ocupada en la plaga de desatinos que hay que sufrir cada día- provocando un cambio de hábitos y de ritmo que trastoca nuestros proyectos, nuestras costumbres y nuestras empresas, hace mucho que no escribía en este espacio.

Hay días en los que uno, no se sabe muy bien por qué, se levanta con la sangre hirviendo y sólo hace falta un poco de manteca, especias, cebolla y, si se quiere algo de arroz, para preparar un buen mondongo y rellenar las tripas.

Hoy ha salido lluvioso en el pueblo y ya intuía que los paisanos se iban a desplazar a cualquier sitio en coche y que la policía munincipal iba a cortar la arteria principal sin conocimiento ocasionando un buen atasco. Lo que no contaba era con recuperar la condición de "bloguero de medio pelo".

Había leído a través del Face este post sobre un evento de tocomochistas, que sin aportar nada transcendental ni sorpendente, refleja muy bien esa tontuna de la gente que mira la punta del dedo cuando señalan la luna, tratatando de equiparar al consumidor al rango ovino. Pero no, no, que no, no se alarmen que el tomate sólo me gusta en temporada, madurito y en ensalada.

Así que háganse cargo de la situación para considerar los atenuantes del motín en el que me he visto envuelto en las oficinas centrales de Bankia, antes Cajarioja ("La caja de todos" frase con la que la entidad trataba de convencer al cliente en los años 80 y que los dueños de una funeraria, al adquirir el local que había albergado una oficina de sucursal, se plantearon dejar intacta en el letrero)

Diez menos veinte de la mañana y paso a la sala para realizar un ingreso. Como no veo fila supongo de inmediato que hay un numerotador. ¡Toma ya! ¡Y además electrónico!
En el panel que movían los dos empleados que atendían al publico, el 42, yo recojo el 47 y me siento.
Diez menos diez, me levanto buscando a alguien que este vigilando aquello, pero no encuentro a nadie aparentemente atento para darse cuenta de que los clientes que atendían a otros dos clientes, no habían pulsado turno desde hace 10 minutos.
Algunos que esperaban se van, mientras pienso que de perdidos al río, que yo aguanto y que en este país hay casi cinco millones de parados, más la media docena que esábamos allí sin hacer nada.

Las diez y aparece el jefe de la barraca a solucionarlo todo. Que si es una entidad privada (no muy convencido) y que la mano de obra esta muy cara (le he sugerido una ETT), que es primeros de mes y que no tienen por qué atender a clientes de otros que vienen a hacer un ingreso a las cuentas de la Administración (no ha sabido decirme a quienes considera clientes) y bla, bla, bla.

Mientras, un anciano recriminaba a los usuarios por el tiempo que utilizaban y tras varias invitaciones a pasar al despacho que me ha hecho el controlador- a la vez que indirectamente le animaba a ocupar la plaza vacante de verdadera atención al público, en vez de hablar conmigo del sexo de los ángeles- a las diez y veinte, me iba.

3 comentarios:

José Luis Giménez dijo...

... y tan calentico que has estado ahí, con el frescales que hace en la calle. Bajo techo y todo, como un príncipe mesetario. Si es que los clientes de hoy en día lo quieren todo. Pagar un servicio y que se lo den, ¡la monda!

Saludotes,

Jose

www.ino dijo...

Algo así sugería el esclarecido cuando hablaba de que la competencia también tenía colas impresionantes a principio de mes. Decía, que hay mucha gente que, sin ser cliente, acudía (para quitar el frío, supongo) a los bancos, sin saber que hay muchas operaciones en las que no se requiere presencia. Vamos, una lumbrera.

Un abrazo,

JC

José Luis Giménez dijo...

Si a mi lo que me sorprende es que haya balas que caduquen...

Saludotes,

Jose