Vamos tomando decisiones, pero el transcurso de la vida situa a las cosas en su propio equilibrio.
Y es que hace mas de veinte años surgió el debate sobre la conveniencia de plantar en el protectorado de la Do Rioja otras variedades distintas a las que se cultivaban y elaboraban con éxito por entonces.
Probablemente, con la mirada puesta en Burdeos y el fomento que iba adquiriendo el desarrollo de nuevas plantaciones en el nuevo mundo, con variedades como la cabernet sauvignon y la merlot que tantos éxitos comenzaban a cosechar en los mercados internacionales; la cuestión llego al CRDO Rioja dónde detractores y defensores de la
introducción de nuevas variedades en el mapa vitícola riojano plasmaron un acuerdo en el que
se fue permitiendo la plantación de varios cientos de héctareas controladas con variedades
experimentales.
Así, cultivando en una pequeña parte del viñedo ciertas variedades que podrían condicionar la
idiosincrasia del Rioja o lo que es lo mismo invadir la sutileza de los vinos elaborados a base de tempranillo y garnacha con otros procedentes de variedades de comportamiento desconocido en estos suelos y en estas bodegas, se fueron introduciendo desde la segunda mitad de los 80 y culminando con un protocolo experimental concedido en el 92, que por lo que tengo entendido ya ha expirado.
Precisamente el espíritu libertario de dejar a cada uno tomar sus propias decisiones y ser consecuente con ellas es lo que me lleva a pensar hoy, que de haberse permitido entonces la introduccción masiva de variedades pretendidamente mejorantes, hubiese resultado una cuasi imposición que habría impactado con mas fuerza si cabe en el actual y particular modelo vitivinícola riojano y en sus vinos. Lo que me lleva a pensar en que quizás aquella
decisión, pueda hoy, cuando domina la tendencia de buscar vinos con personalidad propia, tener buena cantidad de consecuencias positivas.
Pero, con la reciente autorización masiva de plantaciones de chardonnay, verdejo y sauvignon blanc, podrán darse cuenta de que la experiencia en la toma de decisiones, tantas veces no sirve para nada.
En fin, que yo quería hablarles de Barbarot- un vino de finca que comenzó con una plantación de 3 ha. de merlot y 2 de tempranillo hace 20 años, dentro de aquel protocolo experimental del 92- y no extenderme demasiado, pero es que cuando apenas han salido al mercado los vinos de las nuevas variedades blancas autorizadas, ya me estoy encontrando con bastantes nuevos blancos riojanos, con ganas de ser grandes, que mencionan estar elaborados a partir de viura, malvasía y garnacha blanca.
En 1988, José Palacios Remondo compró en Haro- camino de la ermita de San Felices, en Los Riscos de Bilibio- un carasol de suelo arcillo calcáreo que producía cereal a una altura de 490 hasta 550 metros sobre el nivel del mar.
Dos años más tarde, su hijo Antonio Palacios, de formación y afinidad bordelesa, quiso recrear allí su propio Saint Emilion plantando 3 héctareas de merlot y 2 de tempranillo con una densidad de plantación de 2.950 cepas, en espaldera a Cordón Doble Royat en la ladera sur protegida al norte por Los Riscos.
En 1994, Antonio, que gestionaba la bodega familiar Palacios Remondo en Alfaro, en la busqueda del cupaje que abanderara los vinos de la bodega, experimentó y concluyó en que una participación del 16% de ese merlot en conjunto con el obtenido de la fabulosa finca de La Montesa, en Monte Yerga de Alfaro, mejoraba considerablemente el conjunto potenciando el color, el aroma, la suavidad y la carnosidad.
Así nació 2 Viñedos, del que todavía guardo alguna botella del 96 de la misma caja del que abrí doce años mas tarde de su cosecha y que guardo en la memoria como un clásico riojano al merlot.
En 1999 planta otras 2 héctareas de tempranillo en la finca, aunque esta vez un poco más juntas, a 4000 cepas/ha.
Ya imagino el gesto de Antonio cuando al preguntarle a una de sus chiquillas por lo que quería ser de mayor, le respondió algo así como: Lo mismo que tú. Extendiendo el brazo y con el dedo apuntando a Francia, le debió indicar: Comienza por ahí.
Y así fue como Bárbara aprendió en Burdeos a comprender y razonar las prácticas vitivinícolas, se tituló y trabajó en Médoc en la bodegas de Ch. Margaux y de Ch. Pichon Longueville para seguir un periplo de experiencias a través del mundo desde Napa a Nueva Zelanda, pasando por Australia, la Toscana y Argentina, donde la situación hemisférica le ha permitido compatibilizar la vendimia en B. Pulenta Estate en Mendoza con la de Los Riscos de Haro.
De la cosecha 2005, Bárbara Palacios López de Montenegro, con las mejores uvas, elaboró 1000 botellas en una bodega alquilada. El resto de uva de la finca fue vendido a otras bodegas riojanas. Después de las fermentaciones en inox, el vino pasó durante un año en bordelesas de roble americano y embotelló el conjunto tempranillo-merlot al 50%.
En la 2006, mediante el mismo proceso, y esta vez criado en roble francés, embotelló 1300 al 70% de tempranillo.
Con las dos añadas distintas sobre la mesa y percibiendo la redondez del 2005 y la destacada frescura del 2006, no se puede negar una misma procedencia.
Muchos ánimos para Bárbara y mucha suerte con su bodega de Briones en la que ya ha comenzado a elaborar las uvas que cultiva de Los Riscos, con un lema bien maduro:
"Amamos lo que hacemos, de ahí nace Barbarot"
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