11 abr 2009

Jean Paul Brun, prochainement.

Leyendo sobre los vinos de Beaujolais, me llama la atención esta frase de J. Fourcade, presidente del sindicato profesional:
"Somos la única denominación del mundo conocida por sus vinos más vulgares y no por los mejores"
Para no sacar la frase de contexto es necesario decir que todo apunta a que en los últimos diez años, el negocio de Beaujolais Nouveau ha caido en picado. Esdecir que aquella moda, que comenzó por los 50, para deshacerse de la morralla y rentabilizarla inmediatamente, parece agotada.Es lo que traen las modas. Que son perecederas.

Es cierto que las tendencias influyen en el carácter social y ayudan a su desarrollo, pero siempre y cuando respeten otras perspectivas y no traten de imponerse sobre el conjunto.

Beaujolais, hoy se asocia a un vino frágil, chaptalizado, sin chicha, inmaduro, descolorido y perecedero . O al menos esto es lo que escuchamos cuando anticipamos la puesta a la venta de los vinos de un productor de la zona, aquí en Logroño.

Y es que en una zona de 22.500 has., con una densidad de plantación que va desde las 7.000 a las 13.000 plantas/ha., probablemente la mas alta del mundo, sobre distintos tipos de suelos y orientaciones, resulte difícil de uniformizar.
Brouilly, Chénas, Chiroubles, Côte de Brouilly, Fleurie, Juliénas, Morgon, Moulin à Vent, Régnié y Saint Amour, también son Beaujolais.
Aunque no me resultaría extraño que, a propósito de la denostada marca Beaujolais, por el estrago de los Nouveau, surgiera alguna tendencia afín a mercados ávidos de puntismo, rentabilidad inmediata y autocomplacencia, volviendo a generar un nuevo estereotipo.
A veces, la marca de origen sirve para enmascarar la mediocridad, otras supone un lastre para vitivinicultores que tratan de interpretar su viñedo. Parece clara la necesidad de una revisión de las marcas de origen y sus reglas.

Brun confía en las levaduras indígenas, frente a las industriales, en la limitación de sulfuroso, en tratar de evitar la chaptalización. Y dice que sus vinos están hechos para beber y no para competir en concursos.
Esto último es, precisamente, lo que buscamos.