31 ene 2009

¡Gracias por apostar!

He tenido la fortuna de tener acceso a vinos jóvenes base, de pueblos, de parcelas, de viticultores, de bodegas, etc, acompañados de sus respectivos análisis. Lo primero que me pasaba por la cabeza era mezclar distintas proporciones para obtener digamos ese vino placentero deseado. La búsqueda de lo que quería beber con los recursos existentes.

Confieso que más que la satisfacción inmediata de las mezclas, lo que buscaba era el potencial de envejecimiento y así no resultaba difícil detectar los vinos que por sus características organolépticas y químicas fueran susceptibles de envejecer con cierta dignidad e incluso con cierto virtuosismo. Simple intuición que requiere unos pocos conocimientos de enología, algo de práctica y la aplicación natural de los sentidos.

En aquellos tiempos, las categorías de los vinos se establecían en función del potencial de envejecimiento.

Que ¿Cuáles eran los factores y las operaciones que resultaban en ese potencial?

Pues una pizca de parámetros químicos, otra de sensoriales, algo de sentido común y dejar pasar el tiempo con atención, en los nichos de la bodega.

Hoy, cuando la categoría Gran Reserva sigue en autopistas de extinción, creo que conviene repasar mas que nunca la definición.


“Vino de Gran Reserva: Vinos seleccionados de añadas excepcionales, que han permanecido como mínimo dos años en barrica y tres en botella. En vinos blancos el período de envejecimiento es de 4 años, de los cuales 6 meses como mínimo en barrica.”


Leyendo con detenimiento estas tres líneas, sólo se me ocurren un par de exclamaciones con admiración:

¡Gracias por apostar por este vino para mi placer!
¡Una copa, por favor!

Otro día hablaremos de rentabilidad.

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